Es un proceso mediante el cual se combina la anestesia local (aplicada por nuestros odontólogos) con una sedación (aplicada por el médico anestesiólogo) de diferente profundidad, dependiendo tanto de las características del paciente como del tipo y momento de la intervención.
La sedación se realiza en respiración espontánea, es decir, sin manipular la vía aérea, con una venoclisis permanente (vía intravenosa) y monitorización continúa de la saturación arterial de oxígeno (como si tomáramos la tensión arterial durante todo el tiempo que dura la sedación). A continuación el médico anestesiólogo administrará al paciente por vía intravenosa los fármacos necesarios para sedar al paciente, así como, para prevenir nauseas, vómitos, infección, inflamación, dolor, lipotimia...
Todo este procedimiento es practicado por un médico especialista en anestesia y reanimación, equipado con un completo maletín de urgencias que incluye la posibilidad de asistencia ventilatoria con oxígeno.